martes, 19 de noviembre de 2013

Sobre condones, hombres y otras cosas dignas de contarse

Por MALEV

El lugar predilecto para una dama no es una discoteca; no, es un salón hermosamente decorado, con bufete, con lámparas parisinas, con muebles Luis XV y alfombra, donde bailar da gusto. Asistí a una fiesta así, y allí pude exhibir mi vestido con un escote posterior super sexy que iba desde atrás del cuello hasta el límite de la espalda baja. Conocí a un caballero que me flecho y me hizo en la pista de baile posturas que ni en cama ni en otro lecho había probado. 

Debo confesar lo que me impacto del tipo era que los dedos de las manos hacían contacto sobre mi espalda desnuda y me provocaban temblores en todo el cuerpo. Estuve saliendo con ese caballero por un tiempo hasta que pensé era meritorio premiar su constancia con placer, así que preparé una emboscada y para mi fortuna accedió, cuando llegamos no tuve que exigirle el respeto por mi cuerpo, ni aclararle que deseaba disfrutar el acto y por tanto usaba la píldora, ni tuve que exigirle el uso del condón, él se protegía y me protegía "era un sueño hecho realidad" un príncipe azul, y el acto sexual iba bien pero cuando estaba yo a punto de alcanzar el éxtasis supremo, cuando todo mi cuerpo quería eclosionar en un mar de placer, de repente suena el teléfono móvil del tipo y se separa de mi dejándome en pleno aire y fue dura la caída. ¿Qué pasa?. dije y el tipo solo inquirió un simple "disculpa". Y tomo su teléfono y se encerró en el baño. ¿Acaso era casado? ¿tenía hijos? ¿engañaba a alguien?. Se lo pregunte a través de la puerta y a todo la respuesta fue un "no" rotundo, al fin salió se vistió a prisa y al salir dijo "es algo peor". Pero en mi saber me dije para mi: existía algo peor que estar casado... 

Espere su llamada por horas o que por lo menos apareciera para apagar mi sed, pero no sucedió lo uno ni lo otro, días después encuentro un papel pasado a través de una ranura de la puerta donde el tipo me explica que es un Cirujano y que atiende urgencias en un hospital, que a veces incursiona en el mundo buscando a mujeres bellas y que ese es su estilo de vida, y algo atípico que me asombra: dice que últimamente ha perdido muchos pacientes y que quizá sea la culpa la que le obligue a ser así. 

Mi primer pensamiento es que es un ¡idiota!, y no le perdono esa vez, sino otra cuando tuve un accidente y por cuestiones de la vida fui a dar al hospital donde él me hizo sentir otra vez la calidez de sus dedos esta vez para hacerme gritar de dolor. No me reconoció, pero no me importo, sanaron ya  mis heridas emocionales y físicas y estoy muy agradecida con él.   

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