lunes, 24 de octubre de 2016

Un Nadaísta para fumar

XervanteX

La señorita tiene fuego en sus labios,
cruza las piernas y espera paciente,
pero a la hora desespera y fuma,
mientras ve la hora que avanza.

Así que me arrullo en su sombra,
atormentada ve cuando alguien entra,
y desfallece en una palidez siniestra,
debe ser un amante al que espera.

Cuando ya no tiene que más fumar
le ofrezco mi oreja enrollada
¡para qué más! si es lo que tengo
para dar u ofrecer en sacrificio.

Oigo poquito cuando amanece
y la señorita acostada a mi lado
despierta asustada por verme
sin una oreja sin ser van gogh.

Hoy no nos correspondió más
que hacer de aquel lugar un todo,
lamiendo mi oreja restante dijo
no poder amar a un sordo...

Pero le convencí que no lo era,
soy Nadaísta y esto no es el cielo,
lo que acaba de pasar es 
que yo estoy dispuesto a todo

por nada!
  

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