lunes, 6 de noviembre de 2017

PÚDRANSE

Por Charlie

7.30 a.m. tengo una jaqueca terrible, mi sien repite el latido del corazón, una vena recorre mi frente, creo que puede ser síntoma de que mi presión a aumentado, el sabor del alcohol se empieza a evaporar de mi boca, llego a mi edificio e ingreso por el parqueadero, en eso la chica del quinto piso se afana de meter las loncheras de los niños a el auto - va tarde - me digo, y le colaboro a poner las cosas en orden en el baúl, ella primero se asusta al verme aparecer en ese deplorable estado, quizá se pregunte si me atracaron o tuve un accidente, así luzco, en mi mente solo hay la intención de apenas me de la espalda manosearla un poco. Reprimo mis impulsos, soy un hombre casado con la bebida y a ella no le seré infiel. Me voy, y subiendo en la escalera me encuentro con otra chiquilla que me tiene loco, la del cuarto piso, huele aún a virginidad en capacidad de evaporarse como mi alcohol, por poco chocamos y apenas me alcanzo a sostener de su mano, la misma que me deja un aroma a fresitas que me excita y luego me embriaga; y como no todo es sexo y licor en mi vida, por estar pensando en todo y en nada he pasado derecho a la azotea y ahora me debato entre si bajar hasta mi apartamento o aprovechar la subida y suicidarme un poco. dice el Psicoanalista que lo mío no es cosa de alcoholismo si no de soledad, quiero buscar con quién beber. Me siento en un rincón a la espera de que algún milagro se suceda, me arrepiento no haber traído una botella para beber en esta soledad, de repente descubro que la hija del portero cuelga una cortinas que se afana a anudar sobre los cables para que el viento no las arrebate, me ve y siente lastima por mi. Y yo siento lastima por ella que recién se casó y comienza a ver que eso no es cosa de abrir las piernas. Termina su tarea y me brinda su mano ayudándome a incorporar, no vale la pena tirarse desde la azotea ese día, el clima es perfecto, hay belleza por doquier, antes de irnos los dos de allí enarbolo mi dedo medio y convido a los dioses del olvido a que se marchen ¡púdranse! les digo.  

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